Según lo descrito por Orhan Pamuk, el Hüzün es un estado colectivo de melancolía, incluso se puede o mejor dicho se percibe mejor en las ciudades.
Esta es la palabra que él usa frecuentemente cuando habla de Estambul.
A mi juicio, a una vista rápida, mis impresiones sobre Estambul tienen mucho del Hüzün pues la ciudad nos envuelve en un sinfín de historias entre sus calles, pero también denota mucho dinamismo y se la pasa viendo de frente a occidente.
Estambul es antigua, su primer nombre fue Bizancio durante los asentamientos hititas, posteriormente es conquistada por el Imperio Romano, y reconstruida por el emperador Constantito, razón por la cual cambia su nombre a Constantinopla (ciudad de Constantino) y dado que en el año 313 d.C. en el edicto de Milán se legaliza la religión Cristiana se inicia la construcción de
Posteriormente Constantinopla empieza a crecer y a embellecerse hasta que llego a ser su capital del imperio “la nueva Roma” tras la separación de este entre Occidente y Oriente por parte del emperador Teodociano.
Constantinopla fue la capital del gran imperio por mil años, hasta que en el siglo XV los musulmanes hicieron capitular la gran ciudad tras los estragos de la segunda cruzada del siglo XIII, y es así como Sultanhadmen el Magnifico, cambia el carisma de la ciudad convirtiéndose en Estambul.
Estambul fue la gran capital del imperio Otomano que asolo a la cristiandad por siglos, incluso sus ejércitos llegaron a tocar la puerta de Viena. Este esplendor se refleja de nuevo en la arquitectura que no deja de asombrar al viajero y al residente.
Caminar por el Estambul actual es un conjunto de sensaciones. El escuchar los llamados de las oraciones desde los minaretes de las mezquitas, el ver a las mujeres con sus pañuelos en la cabeza, el sentarse a tomar té de manzana o fumar pipa o narguila recostado en tapetes otomanos, el descalzarse de los pies y los prejuicios para entrar a las mezquitas y asombrarse de sus armonía y belleza, el cruzar el puente de Galatas y ver a los pescadores que le roban el tiempo al tiempo desde ahí, o cruzar en ferry al lado asiático de la ciudad para tomar un café turco y ver el atardecer de Estambul cuando el sol se oculta a tras de las mezquitas y los barcos.
Pude entrar a sus mezquitas y encontrar al Dios misericordioso de todos los seres humanos representado en la geometría y la naturaleza, no puedo describir lo que sentí, es algo que quería hacer desde hace muchos años y el estar ahí en la gran mezquita azul o en la pequeña mezquita verde y sentir algo común como un pequeño ser humano que mira al cielo con un sinfín de preguntas y una enorme gratitud.
Estambul es una gran tienda, no por nada su Gran Bazar es un centro neurálgico, complicado mercado techado con calles y tiendas a por mayor, con vendedores que hablan 5 o 6 idiomas (los comerciantes entran a clases particulares para aprender idiomas y amarrar mejor las ventas) es una ciudad con ese dejo de misticismo que a occidente nos gusta tanto por los aromas de las especies y lámparas de vidrios de colores.
Pero Estambul también es moderna, no por nada desde 2005 Turquía entro en platicas para ingresar a al Unión Europea, si bien solo el 3% de su territorio esta en Europa, se denota que en los últimos 10 años han dado grandes pasos para “occidentalizarse” pues su moderno tranvía, los parques públicos, la infraestructura, el iniciar a respetar por lo menos en forma los derechos civiles y políticos de mujeres y hombres son un paradigma en el mundo de mayoría musulmana.
Fue Atartük quién les dio Patria a los turcos tras las invasiones de los países occidentales tras la primera guerra mundial, fundando un estado laico y moderno en la tercera década del siglo XX, y si bien se ve pobreza y grandes desigualdades como en lo llamados “países emergentes” Estambul con sus mas de 16 millones de habitantes es una gran ciudad, no solo por su riquísimo pasado y por ser un puente natural entre Asia y Europa, sino por su gente.
Turquía me ha encantado, su aire asiático que se aferra por llamarse europeo, su melancolía compartida por la añoranza de los años de esplendor de ser la capital del imperio ya sea romano u otomano, su nacionalismo que raya en chauvinismo, su apuesta por el futuro, su respeto a su pasado.
Pero si con algo he de quedarme, es con su gente, los q me ayudaron, los que se alegraban cuando les decía que yo era mexicano, los q me enseñaron un poquito más de su cultura.
Estambul; gracias por enseñarme que el mundo esta lleno de nuevos sonidos, aromas, vistas, emociones y conocimiento por descubrir y compartir.
6 comentarios:
que padre tu post! me encanto la foto de la puesta de sol :D
un abrazote hasta el otro lado del charco jeje
Sigo pensando que a través de tus ojos y tus pasos los que te seguimos por este medio somos capaces de ver y estar presentes en cada uno de los rincones que recorres con tu paso constante.
Una extraordinaria relación de sucesos y lugares la que ahora nos compartes.
Disfruta al máximo.
Que bonito tener la oportunidad de descubrir cosas nuevas... y mejor aún, mas conocimientos..
Tienen mucha tinca tus reportajes¡¡motivan ,enseñan ademas te hacen sentir en el lugar o te dan muuuuchas ganas de conocerlo tambien¡¡hasta siento esa melancolia que dices..la musica , la mirada, la calidez¡¡ gracias amigo peaton del mundo te quiero mucho Gaby
Teseckkür ederim!!!!!!!
te extraño
JOe PINO que te lees muy contento =)
y me da mucho gusto
que crees?
el fin de semana pasado fui con mi novia a comer al primer restaurant de comida turca en México
http://www.chilango.com/restaurantes/ver/3141/istambul
a mi me gusto y a ella le encanto =)
y me acordé mucho de ti carnal.
Cuidateee
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