La última vez que me habían traído con el juez razón, fue aquella vez del arrebato súbito y los sueños henchidos de promesas y esperanzas.
Después de intentar explicar mis comportamientos: aquellos arrebatos llenos de intensidad, de querer comerme y creerle al mundo, de querer explotar, sin encontrar razón o lógica, pero aun así sus alegatos para substanciar el litigio eran infranqueables por la prudencia desmedida del miedo.
mi testimonial fue suficiente para que me exoneraran del delito de soñar, al contrario, el veredicto de el juez razón derivo en que me limitaran las palabras, por que con ellas labraba tanto horizonte...
Así que me dejaron en "libertad bajo palabra" y comencé a hacer monólogos en que los que discutía con mis voces, comencé a trastornar mi apreciación de la realidad para convertirla en poesía, y así leerla, con cadencia, dando pasos largos, y súbitos.... en desvarió.
Ahora que me regresan ante el mismo patíbulo, pero esta vez por el mismo delito pero agravado, por el hecho de creer y construir un sueño, el que con palabras; primero en tinta y luego en presencia te hicieron temblar y alterar tu respiración.
l /h/ eme aquí de nuevo ante la justicia y el orden del universo, aquel que siempre nos trae con horarios cambiados, y sin la sincronía para bailar toda la noche.
Acepto, pero no entiendo la condena, aun tengo tanto que escribir y leer, pero siempre habrá kilómetros de cielo para escribir en nubes.
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2 comentarios:
El anhelo de horizonte, y con él de libertad, se refleja en cada letra que acomodas para dar un sentido, un rumbo, un significado.
El espíritu contenido es cerrazón, el espíritu abierto es consecuencia, es camino, es ir y venir, es encontrar la respuesta a aquella vieja pregunta que a todos los hombres nos encara y confronta.
Saludos.
Se podrá silenciar a nuestras bocas, ¡pero nunca a nuestros corazones!
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