miércoles, 3 de marzo de 2010

De nuestros dias

a mis herman@s chilen@s.


Hay dos escenarios que al ser tan distintos los une una coyuntura de nuestros días.

En el año 2008, el producto interno bruto anual del país mas inestable y empobrecido de nuestro continente; Haití fue de 11,509 millones de dólares al año, su ingreso per capita era de 1,180 dólares, en cambio para la estrella de la bonanza económica e institucional de la región; Chile su PIB fue de 243,044 millones de dólares en ese año y su ingreso per capita rondaba 13,270 dólares al año.

¿Por que presento estos números?

Independientemente de que un país o sociedad sea más o menos avanzada o desarrollada, nada puede hacerse frente a los desastres naturales. Frente a ellos, nuestra condición humana se exhibe en su fragilidad y dependencia de factores exógenos que ni la economía ni la política puede domar.

Las últimas grandes catástrofes telúricas en nuestra región, nos devalan que a pesar de la retorica moderna de la soberanía nacional; de las banderas, fronteras y diferencias formales, lo que permanece es la sustancia de compartir el hecho de tener la misma condición humana y al final del día, se necesita de la solidaridad entre las mujeres y hombres de buena fe para salir de las catastrofes que sobrepasan la capacidad de reacción de un Estado Nacional.

Nuestra actual sociedad posmoderna, nos hace relacionarnos y coincidir de manera horizontal con personas que están al otro lado del mundo, de informarnos de lo que pasa en Puerto Príncipe o Concepción en minutos, de víncularnos incluso más con grupos y redes sociales multinacionales, que con la propia realidad de nuestra sociedad nacional. Y es donde nos damos cuenta de que la humanidad compartida, la realidad regional y la identidad histórica, es la fundamentación mas rica para llamarnos ciudadanos de una Patria Grande.

¿A donde quiero ir con todo esto?

Si con orgullo me identifico como mexicano, hoy también me considero haitíano o chileno, por que es la misma condición humana, aquella que queda desnuda y sin etiquetas, como lo es tras el golpe de este tipo de fenómenos naturales. La condición humana falible y a la vez grandiosa, se reviste de "humanidad" en la manera en que responde, es decir, por un lado oscuro desde la rapiña del saqueo de productos que no son de primera necesidad, o luminosamente hasta la mayor solidaridad y caridad para con el otro, el ponerse en el lugar del otro.

En nuestros días, al sumarse por muchos factores el desequilibrio planetario y tener como consecuencias inundaciones, terremotos, incendios, aumento de temperatura, nevadas de proporciones nunca vistas, nos queda en lo personal y en lo colectivo, ubicar como queremos actuar y enfrentar este nuestra realidad compartida, y darnos cuenta por una buena vez que TODOS estamos relacionados y somos interdependientes. Lo que te pasa a ti, me afecta a mi.

La Patria Grande, que básicamente inicia desde nuestro barrio, enfrenta un gran reto planetario, el ser solidario o el voltear a otro lado y decir que no pasa nada, que no nos afecta de manera directa y personal la lacerante realidad y seguir igual.

Solidaridad y Bien Común, son dos actitudes básicas, para poder salir al paso de un escenario donde la desesperanza y el miedo limitan la dignidad y calidad de vida de millones de seres humanos en este mundo compartido.

2 comentarios:

Unicornio Menta dijo...

sólo te debo decir "gracias" por poner en palabras ese pensamiento! no puedo estar más de acuerdo contigo!! un abrazo betoman!

Leonor dijo...

muchas gracias querido Beto por tus palabras, por tus reflexiones siempre tan sólidas y profundas
Un abrazo para ti

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